2020: Año del General Manuel Belgrano


Belgrano: el hombre y sus ideas de un mundo socialmente más justo.

A dos siglos de su fallecimiento.

 

Dr. Fernando Pozzaglio

Carrera del Personal de Apoyo

IIGHI-CONICET-UNNE

 

El 20 de junio se conmemoran doscientos años de la partida física de Manuel Belgrano. Ya es conocido su accionar público, ya se ha escrito en demasía sobre las campañas militares que realizó al Paraguay y al Alto Perú, su papel protagónico en la creación de la bandera argentina, su accionar diplomático y su papel activo en el Congreso de Tucumán. La historia liberal, positivista, tradicional, se ha encargado de convertirlo en un prócer de bronce, inmaculado, con semblante rígido, a fin de que sirva como modelo de los ciudadanos, de las generaciones presentes y venideras. Se lo ha convertido en un ser lejano a nuestra realidad, casi sacralizado, que cuesta identificarlo como uno de nosotros.

Poco se habla de Manuel Belgrano como persona de carne y hueso, con aspiraciones, defectos y virtudes, aciertos y errores. En fin, el hombre atravesado por una ideología que fue configurando en virtud, no solo del contexto histórico donde se conformaron sus pensamientos políticos, económicos y sociales, sino en uno de los estratos superiores de una sociedad tardocolonial que ocupó, dado su condición de hijo de europeos. La privilegiada posición socioeconómica de su familia le permitió formarse profesionalmente como abogado en la Universidad de Salamanca, España, privilegio que no negó y que le permitió entender que la educación formal debería constituirse en un derecho fundamental de todas las personas, independientemente de su condición social o grupo étnico. Sus años de estudio en la península ibérica en los ocasos del siglo XVIII, donde circulaban las ideas de la Revolución Francesa, pese a las restricciones reales, le otorgaron aquella visión integradora de la educación. Más allá de su condición privilegiada, entendió que las personas con menos recursos económicos no debían quedar excluidos de la educación formal, y que el Estado debía plantear políticas públicas necesarias para costear los gastos y facilitar su ingreso a las escuelas. Desde entonces entendió que para combatir la pobreza y la miseria era necesario otorgar el instrumento de la educación al pueblo, política que años posteriores seguirían y llevarían como bandera algunos presidentes de nuestro país.

En la Argentina fue el precursor de la gratuidad del sistema educativo, especialmente de los más humildes. Hizo extensivo este derecho a las castas, denominadas así a los grupos de personas resultado de las diversas mezclas de etnias o “razas” que respondían a la estratificación social durante la época colonial. Adelantado a su época, consideraba que los niños negros y zambos debían tener la misma oportunidad en el sistema educativo del porvenir. Incluso, en una época donde las mujeres recibían una formación diferente a la de los hombres, a fin de prepararlas en su rol de madres y esposas, Belgrano bregó por la creación de escuelas para niñas para que fueran instruidas no solo en las actividades hogareñas y familiares, superando de este modo a las ideas de Jean Jeacques Rousseau quien consideraba que las mujeres debían ser educadas exclusivamente para el ámbito privado.

Las ideas de Belgrano no quedaron solamente plasmadas en sus escritos, sino que intentó por todos los medios de hacerlas extensivas al plano real. Es conocida la donación de los 20 mil pesos que recibió por el triunfo en la batalla de Salta para la construcción de cuatro escuelas en el Noroeste, las cuales nunca lograron concretarse durante su vida.  No basta para aprehender la esencia de una persona observando solo las virtudes y logros realizados. Para conocerlo íntimamente a Belgrano, cabría recordarlo, asimismo, sobre todo, como aquella persona que falleció a la edad de 50 años, solo, en la extrema miseria, aquejado por diversas enfermedades y padecimientos, y agobiado por tantas luchas en los campos de batalla contra el enemigo y en la arena política contra los gobiernos efímeros que no supieron comprender su visión de llevar la revolución más allá de los límites de Buenos Aires e incluir a todos los grupos sociales que anhelaban la igualdad desde tiempos remotos.

Abandonado por un Estado que lejos de consolidarse, se derrumbó indefectiblemente tras la batalla de Cepeda justo el año en qué murió, Belgrano dejó un legado y memoria, quizás, distinto al que nos han indicado los libros de Historia y semblanzas escolares: no como un ser humano similar a un héroe o un santo, sino como el de una persona que luchó por sus ideales para forjar una sociedad más igualitaria y justa, brindando todo su saber y recursos económicos, con errores y aciertos, con fortalezas y debilidades, llegando incluso hasta poner en riesgo su calidad de vida.

 

Manuel Belgrano: 2020 año de bicentenario de su fallecimiento  

“Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para aquéllos”

“Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de los siglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquéllos que han puesto el cimiento a alguna obra benéfica a la humanidad”